Octubre 2024.
A finales de octubre, la naturaleza se ensañó con Valencia, descargando un océano de lodo que convirtió decenas de pueblos en una realidad distópica. Localidades que para muchos eran desconocidas hasta ese momento saltaron a una lista negra de la fama: Paiporta, Alfafar, Benetússer, Massanassa, y así, docenas de ellas.
La catástrofe climatológica dio paso al bochorno y la decepción por la gestión de la emergencia. Al shock y la impotencia de haberlo perdido todo se sumó la sensación de abandono por parte de las autoridades. Y fue en ese momento tan bajo, en esas horas oscuras, cuando la sociedad civil española se volcó con ríos de ayuda material, alimentos y manos solidarias para apoyar a nuestros hermanos valencianos y hacerles saber que no estarían solos.
Lo que os cuento es solo una historia de las miles que tuvieron lugar en las primeras semanas, una que viví en primera persona y que resultó en grandes lecciones de vida que quiero compartir…
Pasados unos días de la tragedia, y ante el asombro por la inacción continuada de las autoridades, sentí la necesidad de aportar mi grano de arena. Se corría la voz de que la ayuda se agolpaba y lo único que estaba funcionando era la labor de los voluntarios, que no tenían forma de coordinarse. Decidí entonces unirme a un grupo que Pablo Martínez de Eurotoques Murcia estaba organizando, en coordinación con Antonio Carmona, de Eurotoques Andalucía. Pablo gestionaba una cocina de producción en el CCT de Murcia en colaboración con World Central Kitchen (WCK) para enviar miles de raciones a Valencia. Conversando con Pablo, me comentó que había muchos voluntarios, pero que necesitaban más cocineros profesionales.
Let’s roll!
En ese punto, decido tomar las riendas y organizar un equipo de cocineros para salir en tres días y apoyar en lo que haga falta en Murcia. Empecé a difundir la convocatoria en redes sociales, grupos de WhatsApp y contacté con amigos y conocidos. Con la ayuda adicional de Marina en Diario SUR, Manu Balanzino de Gourmet Journal y Lasdislao Comins para movilizar a sus cocineros Grupo el Fuerte, la respuesta es tan abrumadora que paso los siguientes días atendiendo miles de mensajes, dando detalles, confirmando voluntarios y coordinando toda la logística: rutas, horarios y alojamiento.
Para solucionar el transporte, recurro a un antiguo alumno mío, Salvador Macías, cuya familia tiene la empresa Autocares Macías Jimenez. En un gesto de generosidad increíble, nos ceden un autobús para lo que necesitemos. La solidaridad es impresionante: los voluntarios piden días libres apresuradamente, y la lista de personas que se unen a la expedición crece cada hora. En un tiempo récord, conseguimos reunir a cerca de 40 cocineros. La emoción de partir y ayudar no hace más que aumentar.
Cambio de planes de última hora. El domingo por la mañana, todo está listo para partir hacia las cocinas de World Central Kitchen (WCK) en Murcia. Yo estoy esa mañana trabajando en el Hotel Amare de Marbella, de donde se unirán Javi y Christian por la tarde para el viaje. La ruta y las paradas están organizadas, y continúan llegando mensajes de personas interesadas en unirse a la expedición más adelante.
Sin embargo, a las 12:30 recibo un mensaje que lo cambia todo: «Anúlalo todo.» La noticia cae como un jarro de agua fría. WCK ha desmontado la cocina en Murcia y la va trasladar a Valencia. Me toca dar la difícil noticia a cada voluntario, informando que la expedición queda suspendida o, en el mejor de los casos, aplazada.
La respuesta de todos es admirable. Aunque se nota la decepción por el esfuerzo puesto en prepararse, comprenden que la situación es cambiante y que este tipo de imprevistos pueden ocurrir.
Fueron días de desasosiego y frustración. Había involucrado a muchas personas, y ahora no sabía cómo canalizar toda esa ayuda. Algunos voluntarios decidieron reorganizarse e ir por su cuenta. Nico Dalmeida, propietario del restaurante De CAI en Nerja, transformó su local en un centro de recogida y comenzó una actividad frenética recolectando alimentos y materiales para salir unos días después con a ayudar.
Durante esos días, me dediqué a reorganizar toda la información recibida sobre cocinas y voluntarios, poniéndolos en contacto y gestionando alojamientos y transportes. La avalancha de solicitudes comenzó a superar mi capacidad para gestionarlas. Me sentía inquieto, con el peso de saber que no podía desperdiciar todo ese capital humano dispuesto a colaborar. Empecé a recibir peticiones de otras cocinas, así que contacté con Iván Bravo, que estaba en Alfafar coordinando envíos de ayuda. También recibí una llamada de Salvador Peris, quien estaba cocinando en La Rambleta en Valencia, indicando que estaban reubicando la cocina y que pronto podríamos ir allí a colaborar.
El viernes temprano, sin apena margen de maniobra, decidí volver a intentarlo. La opción de transporte con Autocares Macías Jiménez seguía disponible, así que convoqué al grupo nuevamente. Algunos ya se habían reorganizado y se desplazarían por su cuenta; otros no podían pedir más días libres ni dejar sus negocios otra vez.
Pablo de Eurotoques Murcia me mencionó una cocina de producción, Alicante Gastronómica Solidaria (AGS), que disponía de buenas instalaciones. Aunque estaban saturados de voluntarios, necesitaban más personal especializado en cocina, por lo que pensé en dirigir allí a todo el grupo. Algunos voluntarios ya se habían desplazado a Alicante o Valencia en sus coches, y cuando logré reunir a unas 15 personas del grupo original, me informaron que AGS solo podía acoger a 10 voluntarios externos por día debido a la saturación. Dado que varios ya se habían movilizado por su cuenta, solo podía enviar a 4 más. Esto me llevó a dividir el grupo en dos expediciones: una a Alicante y otra a Valencia.
Quedaba un solo día para salir, y tenía que organizar rápidamente la expedición a Valencia. Como íbamos a estar pocos días, no había tiempo que perder. A través de Iván Bravo, contacté con Alejandro “Chincheta”, quien tenía algunos contactos en Valencia que nos podían facilitar alojamiento y espacios para cocinar. Sin embargo, muchas cocinas de producción en Valencia aún no estaban operativas. Ante esta incertidumbre, opté por confiar en la ayuda de Alejandro, quien solo pudo asegurar un grupo de 10 personas y no me pudo proporcionar detalles exactos de la ubicación, lo cual complicó la planificación de la ruta del autobús.
A pocas horas de partir, lo único que tenía era una dirección sin conocer el estado de las instalaciones ni la certeza de dónde podríamos alojarnos. Nos ofrecieron una casa para algunos y barcos en el puerto deportivo para el resto. El estrés era intenso, pero nos fuimos con la promesa de que, poco antes de llegar, tendríamos el contacto de la persona que gestionaba la cocina donde íbamos a colaborar.
Inicio de la expedición:
El autobús parte desde Coín con Andrés al volante. Hacemos paradas en Marbella y en un centro comercial de Málaga, cerca del aeropuerto. La emoción de todos es palpable. Recibo un mensaje de Alejandro con las indicaciones para dejar el autobús al llegar a Valencia. Nuestra siguiente parada es Huétor Tájar, donde hacemos un descanso y sube un voluntario más. Ahora tenemos la expedición completa.
Después de viajar toda la noche, llegamos a las 8 de la mañana a Alicante Gastronómica Solidaria (AGS). Allí dejamos a los primeros voluntarios, quienes se unen a otros que ya han llegado por su cuenta. Nos reciben Judit y Gema Amor, quienes nos muestran las impresionantes instalaciones. Belén y el jefe de cocina, Josep, nos dan un breve recorrido.
Sin tiempo que perder, retomamos el viaje hacia Valencia. Faltando media hora para llegar, recibo la esperada llamada con las coordenadas del lugar donde vamos a cocinar los próximos tres días. Javier Bonal nos sugiere una mejor ubicación para dejar el autobús, y desde allí tomamos un taxi hasta el local de una falla. Allí, la Falla Isabel la Católica, la Falla Parque Alcosa y la Asociación Andaluza de Alfafar han organizado un centro de operaciones para recoger, cocinar y distribuir alimentos hacia la «zona cero» en Alfafar. Nos reciben Javier Bonal y Nacho, quienes nos ayudan con todo lo necesario para cocinar.
Llevaban ya 10 días cocinando sin parar. Al principio, preparaban los alimentos directamente en la zona cero, pero cuando las autoridades prohibieron cocinar allí, trasladaron las cocinas al casal Chabelito. Con recursos limitados, han estado suministrando miles de raciones de comida diariamente.
Organización del trabajo:
Nos dividimos en dos grupos de 4 personas: uno se queda en el casal de la falla y el otro en una cocina auxiliar situada en una casa particular. El trabajo es desafiante, ya que necesitamos incrementar significativamente la capacidad de producción, envasado y envío de alimentos. Gracias a la gestión de Jose Miguel y Darío de Cominport Valencia, disponemos de más genero y de cajas isotérmicas para mantener la comida caliente durante el transporte.
Así comenzamos nuestros agotadores días de trabajo en Valencia. Utilizábamos los ingredientes que llegaban del banco de alimentos, donaciones y compras para asegurarnos de que no faltara carne, pescado ni verduras frescas. El primer día lo dedicamos a acondicionar las cocinas y a preparar las primeras comidas para la cena: costillas, salchichas y pucheros. Además, dejamos lista parte de la producción para el día siguiente. Trabajamos contra reloj, incrementando la producción para enviar miles de raciones el miércoles antes de nuestra partida.
Producción frenética:
Preparamos una gran variedad de platos: lentejas, estofado de ternera, pollo al curry con arroz y patatas, puchero, espaguetis a la boloñesa, estofado de alubias, crema de verduras, ensalada mixta, salmorejo, sándwiches variados, fruta, huevos revueltos, tortilla de patatas, natillas con galletas, arroz con leche, y hasta un plato japonés, «oyakodon», a base de pollo, huevo, arroz y caldo. Hacíamos dos envíos diarios, uno al mediodía y otro sobre las 19 horas.
Trabajo en Alicante Gastronómica Solidaria:
En paralelo, en AGS, un nutrido grupo de voluntarios trabajaba incansablemente, organizados en equipos que cortaban y preparaban cientos de kilos de verduras, legumbres y carnes. Otros equipos cocinaban miles de raciones de platos de cuchara, hamburguesas y nuggets en grandes ollas y basculantes, bajo la dirección de Josep, el jefe de cocina. El plato más solicitado era el puchero caliente.
Las jornadas eran extenuantes, pero la motivación de ayudar mantenía a todos con energía, contrarrestando el agotamiento.
En la zona cero, el paisaje es desolador: kilómetros y kilómetros cubiertos de lodo, con huellas de destrucción por todas partes. El punto de entrega de alimentos se encuentra en lo que queda de una plaza, donde está situada la Casa de Andalucía en Alfafar. Estar allí te hace darte cuenta de que los verdaderos héroes son ellos, los propios vecinos, y las lecciones de vida se suceden una tras otra. Durante el reparto de comida, a pesar de la gran necesidad, nadie acepta más de lo que necesita estrictamente, dejando raciones para que otros afectados no se queden sin ellas. Además del punto de entrega, también se lleva a cabo un reparto casa por casa, dirigido a aquellos que no pueden desplazarse hasta la plaza. Es un trabajo arduo, calle por calle, avanzando por el lodo en calles desiertas, anunciando a gritos que llevas comida caliente. Poco a poco, los vecinos salen para recoger una ración, agradecidos pero reservados, lo que te deja un nudo en el estómago por la impotencia de no poder hacer más. Impacta ver que, incluso diez días después, las calles siguen llenas de lodo.
La mañana del miércoles, día de nuestro regreso, mientras ultimamos el envío masivo de comidas y estamos inmersos en plena logística, empiezo a recibir videos de la DANA que ahora azotaba Málaga. Entre mensajes de alerta en redes sociales, llamadas preocupadas de familiares y la información que vamos recabando de la DGT, debemos decidir si es seguro emprender el viaje de vuelta. Finalmente, decidimos iniciar el regreso y evaluar la situación al acercarnos a Málaga para decidir si continuar hasta el final o buscar un hotel donde quedarnos.
Tras envasar y enviar el último tupper, recogemos nuestras cosas y el autobús viene a buscarnos, ya que preferimos salir antes de lo previsto para llegar a Málaga a una hora prudente, dadas las circunstancias. Hacemos una parada en Alicante para recoger al otro grupo, y, aunque tuvimos que desviarnos a la altura de Santa Fe (Granada) por el desbordamiento de un río, logramos llegar a Málaga alrededor de las 2:30 de la madrugada. Es momento de despedirnos, entre el cansancio acumulado y la satisfacción de volver con el corazón lleno.
Reconocimientos y agradecimientos
Este artículo es un pequeño reconocimiento a todos aquellos que hicieron posible esta expedición:
Voluntarios en Alicante
Patricia Galet
Jose Manuel Suarez (Granada)
Paz Martínez
Susana Manzanares
Moisés Figueroa
Iván Posadas
Julia Gómez
Héctor Romero (Mairena del Aljarafe @hectorromero.chef)
Lucas Amor
Manuel Collado
Concepcion García
Oscar Delgado
Voluntarios en Valencia
Juan Francisco (Meliá, Arriate -Málaga – @2730_naturaleza)
Nacho Prieto
Alejandro Vega (Kabanoki, Málaga)
Salvadora Rodríguez (Kabanoki, Málaga)
Luis Henestrosa
Rosario
María Victoria Moreno “Vicky”
Voluntarios en Zona Cero
Nico Dalmeida (Restaurante De Cai, Nerja – @nico.dalmeida)
Clemente (Restaurante De Cai, Nerja – @decainerja)
Manuel Frutos (Restaurante Dixtinto, Jaén – @restaurante_dixtinto)
Personal de Apoyo y Logística
Gema Amor (AGS)
Judit (AGS)
Javier Bonal (Valencia)
Nacho (Valencia)
Iván Bravo (Coordinación)
Alejandro “Chincheta” (Zona Cero)
Pablo Martínez (Eurotoques Murcia – Cartagena, Murcia – Restaurante Eszencia – @eszenciarestaurante )
Antonio Carmona (Eurotoques Andalucía – Vera, Almería – Hotel Restaurante Terraza Camona – @terrazacarmona)
Salvador Macías
María José Macías
Santi Macías
Alojamientos en Alicante
Apartamentos Quijano
Hotel Almirante
Hotel Lekua
Hotel AC Alicante
Hotel Palmeral Madaria
Empresas, Instituciones y Asociaciones
Alicante Gastronómica Solidaria (@alicantegastronomicasolidaria)
Asociación Andaluza de Alfafar
Autocares Macías Jiménez
Falla Isabel la Católica
Falla Parque Alcosa
Cominport Distribución
Banco de Alimentos de Valencia
Y en general, a todos los voluntarios anónimos que, de una forma u otra, nos ayudaron a ayudar.
«El poble salva al poble.»
Gracias a todos, y en especial a mi mujer Lucie, que me inspira y me apoya en todo lo que hago.
Carlos Navarro
Enhorabuena Carlos, habéis hecho una labor, mucho más que fantástica!!!!
No esperaba menos de ti!!!
Te conocí en el mercadillo de Cáritas en Marbella, también poniendo tu granito de arena!!!
Eso te engrandece!!!
Me alegro mucho que mi hijo Iván haya podido colaborar también contigo y tu equipo!!!
Sois unos cracks!!!
Enhorabuena!!!
Muchas gracias por hacernos participe de esta iniciativa.
Todo suma y sobre todo como dices .. El corazón llenito
Grandes tod@s
“Cuando ayudes a alguien ,
Hazlo dando las gracias»
Saber y por fin poder leer todo lo que has hecho en esta ocasión, que no es la única, me proporciona un sentimiento de alegría y orgullo por ti inmensos. Tu capacidad de trabajo, así como el amor y pasión que entregas en todo lo que haces, son ejemplares y admirables. Egoístamente tus amigos de toda la vida nos sentimos damnificados por tu generosidad, ya que del poco tiempo personal del que dispones por tus obligaciones profesionales y familiares, no dudas en usarlo para ayudar cuando se necesita, por ello nosotros siempre estaremos cuando nos necesites, aunque no hace falta que te lo digamos. Un inmenso y fortísimo abrazo, que espero en breve poder dártelo personalmente.
Que grande sois Carlos, que grandes. Como dices, los héroes son ellos, los vecinos, que siguen allí, con todo perdido, abandonados por el gobierno y luchando cada día contra la situación. Los voluntarios habéis sido la esperanza.
Un abrazo.